jueves, 7 de abril de 2011

Lo difícil de ser Marcelo Ebrard

A Marcelo Ebrard se le están acabando las opciones. 


Desde que fue elegido como jefe de Gobierno del Distrito Federal, quedaba clara una cosa: él era el fiel discípulo de López Obrador, seguiría sus pasos primero, al frente del gobierno de la capital, y más tarde, sería el candidato a la presidencia de la República, tal y como su maestro lo hizo. 


Dos cosas se interpusieron en su camino. 


La primera: lo peor que le sucedió a Ebrard en su camino a la presidencia fue que López Obrador perdiera las elecciones de 2006. De esta manera, López Obrador se convirtió en su principal obstáculo. Quien era el principal apoyo de Ebrard, ahora lo ponía en la encrucijada entre mantener ese apoyo y sobrevivir en una realidad política mucho menos benevolente con los disidentes de lo que AMLO creería. 


Además, no olvidemos que se convirtió también en su principal obstáculo para quedarse con la candidatura del PRD a la presidencia en 2012. 


La segunda: Ebrard no es Andrés Manuel. 


Siguió al pie de la letra la receta de su predecesor: programas de ayuda económica a prácticamente todos los grupos vulnerables, subsidios de todo tipo, actividades (gratuitas, por supuesto) vistosas y atractivas. Solamente le faltaban obras vistosas, enormes, que fueran imposibles de ignorar. Tras levantar el concreto en toda la ciudad, le faltaba la obra que le daría a su maestro gran notoriedad por todo el país: el segundo piso. 

Pero Ebrard no es Andrés Manuel. 



Desde que comenzaron las obras de la Supervía, Ebrard se ha enfrentado con problemas y más problemas. En gran parte por la dificultad de expropiar terrenos en la delegación Magdalena Contreras para realizar las obras. El descontento ha sido generalizado: los vecinos que se rehusan a ser expropiados, los vecinos que no quieren a la Supervía en sus colonias, ONGs y asociaciones civiles que evidencian la poca funcionalidad de la obra, los daños al medio ambiente, los enormes costos que supondría y lo poco que solucionaría los problemas de tráfico de la ciudad.


Ahora que la obra fue cancelada por una instancia federal (la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente), ya declaró que continuará con sus planes, incluso cuando los vecinos siguen protestando. 


Habrá que ver si Marcelo Ebrard tiene tanta suerte (o astucia) como López Obrador para salirse con la suya. 


- El Monigote - 

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